“Tocamos más la pantalla del móvil que la mano de nuestros hijos o pareja”
La paradoja de vivir en el momento tecnológico más brutal de nuestra historia tiene como cara b el alto coste, que, sin ser conscientes, estamos pagando como sociedad. Y es que, si bien la transformación digital nos ha facilitado la vida personal y profesional, por el otro lado, tal y como resalta Mar España, “nos ha hecho perder derechos fundamentales como la privacidad, la salud, el neurodesarrollo y nuestros valores éticos”.
Mientras nos jugamos nuestro futuro como Humanidad, la industria tecnológica, amasa millones a nuestra costa. Por ello, la autora de Así se somete a una sociedad, alerta, de que “o somos conscientes de que todo transciende al desarrollo personal y apostamos por las bases de la salud en toda la sociedad en general y en particular en la infancia y la juventud o habremos perdido la partida”.
Nuria Coronado Sopeña
Y es que si bien pensamos que la libertad es sujeto de nuestras vidas, en realidad vivir en constante conexión nos esclaviza a más no poder. “Tendemos a segregarnos cada vez más según nuestro perfil ideológico, emocional y por la edad. Así acabamos siendo como los borregos y perdemos nuestra libertad”. Un camino que empieza con la vulneración del derecho fundamental a la privacidad a través de patrones adictivos generados en el modelo de negocio de la industria de la publicidad.
La que ha sido directora de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) durante una década pone un ejemplo claro. “En la época de nuestros abuelos y abuelas, la publicidad era la que veían en los escaparates de las tiendas. El producto era único y tenía un mismo mensaje. Ahora, y en especial desde la llegada de Google, la publicidad ya no es tanto respecto al producto, sino utilizando la segmentación ideológica con el perfilado que se ha hecho de las y los usuarios en las redes sociales”.
Casi seis horas al día
Una segmentación en la que la economía de la atención y el tiempo son el oro de las empresas. “El tiempo de uso se convierte en un indicador de éxito, más tiempo en una plataforma es sinónimo de más oportunidades de mostrar anuncios, generar interacciones y aumentar la monetización”, explica la experta en protección de los Derechos Humanos que ha trabajado como asesora de los ministerios de Educación, Trabajo y Hacienda.
Y es que el exceso de uso de las pantallas nos hace perder la tranquilidad y nos aboca a una medicalización social. “De hecho el creador del scroll infinito, Aza Raskin, confesó en 2018 (doce años después de su creación) que se arrepentía de haberlo hecho ya que era una dinámica muy adictiva”, dice España.
El resultado es que nos hemos convertido en yonkies de la tecnología. “El Ministerio de Sanidad ha alertado de que en España el consumo de hipnosedantes alguna vez en la vida ha crecido un 23,5%. Según destaca el Consejo General de Psicología nuestro país lidera a nivel mundial el consumo de benzodiacepinas para la ansiedad”.
Datos más que preocupantes a los que si añadimos que la población menor pasa más tiempo conectada, tenemos un pan como unas tortas. “Según Jonathan Haidt, conocido psicólogo, la causa del repentino aumento de la ansiedad, la depresión y las autolesiones en jóvenes se debe a la exposición a las pantallas y las redes sociales. La media del consumo de hipnosedantes en esta población es de 14,4 años”, recalca la escritora.
Impacta también, tal y como cuenta la autora en su libro, el estudio CyberGuardians, Uso de internet y enfermedad mental en niños y adolescentes en España 1997-2021, donde destaca que las enfermedades mentales en menores de 20 años en España, a partir de 2012, han sufrido un ascenso explosivo, en especial en las niñas, registrándose en los meses inmediatos a la pandemia un incremento del 300%.
Así las cosas, tal y como explica dicha experta, "el análisis de costes por hospitalización en diagnósticos privados por enfermedad mental arroja dos tendencias preocupantes. Primero que este haya aumentado en más de un 500% en los últimos años y que la evolución de estos costes sea para atención a las chicas, que supone que el 75% de menores de 20 años, va a ellas”.
A esta grave situación se suma el aumento significativo de suicidios del 32,5% entre 2020 y 2021. “Según el estudio sobre la evolución del suicidio en España en la población infantojuvenil en mujeres de 15 a 29 años es la principal causa de muerte en ese intervalo de edad”, añade España.
¿El mundo digital ha convertido a las personas en productos?
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos entregamos nuestra atención a lo virtual. El mundo tal cual es ahora nos ha hecho perder la esencia que tenemos como Humanidad y que nos diferencia del mundo animal. Hablo del raciocinio de pensar y discernir lo que es mejor para la sociedad y también para cada persona. Hemos dejado de regular dónde ponemos la atención. Así hemos pasado a ser una clientela cautiva sin tiempo de reflexión. Y esto es muy preocupante en la población joven cuyo cerebro no está desarrollado. Sabemos que, hasta casi los 30 años de edad, la madurez cerebral no se produce.
¿Y cuál es tu respuesta a si hay interés o no?
Creo que después de todo el trabajo que hemos hecho tanto personas expertas como distintas sociedades médicas e instituciones -como el Consejo General de Psicología de España, la Asociación Española de Pediatría, Psiquiatría Infantil y Juvenil o la Sociedad Española de Neurología-, los gobiernos no pueden decir que no tienen información. Se está produciendo un daño en las personas menores y unos perjuicios por el consumo excesivo de pantallas innegables y constatados. Todo está impactando en el neurodesarrollo y en la salud física, emocional y mental en quienes se están formando como personas y no tienen la madurez ni las herramientas para defenderse de un entorno digital violento. La Sociedad Española de Neurología ya ha medido y alertado sobre el cambio del comportamiento ante los estímulos continuos a lo digital. El resultado es que las áreas cerebrales están cambiando.
¿Qué medidas hay que tomar desde el hogar?
Las medidas son muy claras. Hasta los seis años cero horas de pantallas, de 6 a 12 años una hora como máximo y a partir de los 12 años dos horas al día y siempre bajo la supervisión de una persona adulta. Ahí se incluye la televisión, el tiempo escolar y los deberes. Ante estas medidas avaladas por las sociedades pediátricas nos encontramos con situaciones como la enseñanza digital que está superando con creces estas recomendaciones. No solo por las horas en clases sino porque, además, obligan a hacer los deberes en casa a través de un dispositivo digital.
De esta
forma no solo nos cargamos el desarrollo cognitivo de la persona menor, sino
que se lanza un mensaje a las familias de que la hiperdigitalización es adecuada y tercero, permitimos que la industria de Internet haga un
perfilado temprano de esa o ese menor y creen un consumo cautivo. Un ejemplo es
captar en el porno, a través de videojuegos, a un niño con 12 años.
Estamos desprotegiendo a quien más deberíamos proteger…
Exactamente. Si como menores no se puede consumir alcohol o tabaco, ir a una discoteca con menos de 18 años o sacarse el carnet de conducir porque no saben autoprotegerse y por eso tenemos la patria potestad. Es evidente que tampoco podemos dejarles expuestos a la industria de Internet que tiene tantísimo dinero y que cada día mejora la experiencia de usuario para crear una adicción comportamental. La gravedad del asunto es tal que la primera causa de suicidios en la gente joven es el suicidio. Estamos en un momento en que las decisiones individuales y familiares que tomemos, lo que se adopte a nivel de gobiernos y la presión que hagamos a la industria de Internet, va a definir el modelo de sociedad que vamos a tener porque el cambio que vamos a experimentar en los próximos 10 años con la retroalimentación de los billones de datos que la inteligencia artificial está generando, va a ser el cambio más importante en la historia de la humanidad.
Una historia en la que hay dos conceptos que se contraponen: el exhibicionismo y la desigualdad social y donde además se suma que la lucha de clases, básica para los cambios sociales, ha sido aniquilada por el poder.
A mí esto me preocupa muchísimo porque el resultado es una sociedad aborregada que no es consciente de este punto de delicadeza absoluta en el que estamos viviendo. No se trata solo de que la digitalización expone nuestras vidas a lo público a través de una cosificación y una hipersexualización infinita en redes sociales. Sino también lo que esto conlleva: la pura superficialidad. Las decisiones que tomamos de cómo empleamos nuestro tiempo y dónde ponemos la atención van a hacer que nuestra energía o consciencia no aumente y nos aborreguemos.
De igual forma que nuestro sistema nervioso y energético influyen en el buen desarrollo de nuestra salud por la calidad del aire que respiramos, por la calidad de nuestra alimentación, sucede con la comida digital que tomemos. Dado que mente, cuerpo y espíritu están unidos y que la mente solo tiene dos direcciones y una es hacia fuera, cuando esta se deja arrastrar por los objetos de los sentidos ¿qué ocurre cuando a través de una pantalla la vista y el oído están hiper estimulados? Sucede que reaccionamos a través de la gratificación inmediata y que construimos la vida a través de la superficialidad externa. Luego nos extraña que el nivel de ansiolíticos en España sea el más disparado del mundo y que los niveles de ansiedad en toda la población estén disparados. Si orientamos nuestra atención a consumir productos y servicios que me ofrece Internet las 24 horas del día de cualquier parte del mundo, ya no solo es mi dinero, es que mi capacidad cerebral se agota. Nos encontramos en un mundo donde además de no tener una conexión profunda personal ni social acabamos tocando más el móvil que la mano de nuestros hijos y de nuestra pareja.
¿Qué pasa cuando perdemos un sentido tan fundamental como el tacto?
Que perdemos un sentido clave para la conexión con las emociones, el corazón y la sensación de seguridad. El tacto es el primer sentido que se desarrolla en el vientre materno, en el feto, y junto con el olfato, son los dos sentidos especiales para desarrollar el apego seguro y el vínculo entre madre y bebé. La oxitocina, también llamada la hormona del amor, aumenta cuando nos acarician, nos sostienen. El tacto nos lleva al interior, a la emoción sentida del cuidado, a la seguridad. Y, curiosamente, según un estudio de la Universidad de Stanford, la vista es el primer sentido en retirarse a la hora de la muerte, y el tacto, junto con el oído, el último. No hace falta que nos preguntemos cuál es el grado de seguridad y oxitocina ante las pantallas donde el sentido de la vista se hiper estimula, y por el contrario el tacto se inhibe.
Tenemos un problema de salud global porque todo esto afecta a nivel familiar y son las familias las que han de ser parte activa de la solución. Sin embargo y viviendo en un país donde no existen ni políticas de familia ni inversión real, el desaguisado es muy grande.
Así es. En España carecemos de una política efectiva en este sentido, y como bien dices, la hiper digitalización no solo impacta en ese niño o esa niña, impacta en toda la población. Por eso, además de políticas efectivas, se necesitan recursos económicos y profesionales. Estoy muy ilusionada con la Plataforma Control Z que presido y en la que estamos trabajando para proponer enmiendas a los grupos parlamentarios y conseguir un pacto político en la mejora de la Ley de Protección al Menor. Esta iniciativa cuenta con la participación de la Asociación Española de Pediatría, la Asociación de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, la Asociación Española de Neurología y el Colegio Oficial de Psicología, así como de la sociedad civil y los medios de comunicación, para lograr un pacto de Estado que haga posible la desescalada digital.
Consideramos que la hiper conexión digital se ha convertido en la “nueva pandemia” que asola a jóvenes y menores, por lo que resulta esencial promover un uso responsable y moderado de la tecnología y concienciar sobre la necesidad de tomar medidas urgentes para evitar graves daños en su salud física y mental.
¿Estamos hablando de guerras de impacto en el neurodesarrollo de la gente?
Es curiosa la paradoja. Nunca antes la evolución y el desarrollo de una sociedad había sido tan exponencial. Se ha conseguido que personas tetrapléjicas anden a través de modificar sus neuro datos cerebrales, pero nunca, nunca antes, el ser humano había estado tan expuesto y tan vulnerable como ahora. Si no creamos este cambio de consciencia, y que pase igual que pasó con el tabaco que hace 20 años se fumaba en un hospital delante de bebés o conducíamos sin el cinturón de seguridad y eso ahora nos parece impensable, y que esto pase antes, que miremos como alucinados a una familia que le da el móvil a un niño con 4 años en el restaurante produce síntomas de autismo.
Confío que eso pase. Pero si no, la otra opción será que habrá una mayoría de la sociedad que desgraciadamente estará aborregada, manipulada, hipervigilada y caerá en el consumismo compulsivo. Será una sociedad que al mismo tiempo que consuma sea objeto de consumo. Frente a esa sociedad habrá una minoría que
intentaremos, a través de un esfuerzo personal, estar fuera de ahí.
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