“La estafa del transgenerismo me ha sentenciado a la medicación experimental de por vida”


Sandra Mercado Rodríguez nació varón, pero el sexismo le impidió aceptar su homosexualidad. Creyó que había nacido "en un cuerpo equivocado" y por ello emprendió “un viaje de huida” que nunca volvería a hacer. “Me encontraba en una encrucijada y me ofrecieron el camino más perjudicial para mi salud física sin que la mental mejorara, el camino más rentable para todos ellos, sin tener en cuenta que experimentaban con un ser humano. Decían que había nacido en un cuerpo equivocado, que mi cerebro era el de una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. Por culpa de los estereotipos y del género, de los clichés que todos y todas tenemos interiorizados de lo que debe ser una mujer y un hombre. He sido engañado creyendo que me convertiría en una mujer, sin saber que estaban ensayando conmigo, a través de cirugías y hormonas con efectos secundarios”, reconoce.

Nuria Coronado Sopeña

Hoy es una de las principales voces del movimiento detransicionador en España. “Como víctima de los estereotipos sexistas, la homofobia y la ideología trans, me dedico al activismo y a la divulgación por los derechos de las personas homosexuales. Soy crítico de género y de la ideología queer”. Un activismo que “a pesar de tener días de todos los colores”, le ha servido para “dejar de vivir en una nube llena de mentiras que va a más, trabajar conscientemente en la realidad y aceptar mi cuerpo cuando me miro en el espejo”.

Una lucha que le lleva a preguntarse “cómo no pude darme cuenta antes que en mi cuerpo no hay ningún problema, no hay nada de malo en mí, como me hicieron creer los médicos; psicólogos, siquiatras, endocrinos y cirujanos. ¿Por qué ninguno me ayudó a indagar en la raíz de mis problemas, de mis traumas por haber sufrido discriminación y maltrato por mi orientación sexual?”. Por ello y aunque para él “no exista ese final feliz” que le habría gustado vivir, se aferra a la mejor tabla de salvación que tiene: “seguir trabajando en la aceptación de lo que realmente soy biológicamente: un hombre”, explica.

Mirarse de frente para reconocerse

Así las cosas, aunque Sandra Mercado Rodríguez nunca pensó escribiría un libro, se acompañó de la profesionalidad, el cariño y la complicidad de Marina López Domínguez, para hacerlo y volcar en “La estafa del transgenerismo” (Editorial Tierra de Nadie) la ayuda que él no tuvo. “Con este libro quiero que otras personas no lleguen al extremo en el que yo me encuentro. Sin salida ni marcha atrás”.

Y lo hizo como escribe Pilar Aguilar Carrasco, su prologuista, con mucha valentía. “Porque solo con arrojo se es capaz de hacer lo que ha hecho. Solo si eres valiente te atreves a mirar de frente una realidad brutal y te atreves a desmontarla y confesar hasta los propios autoengaños. Porque, sí, una cosa es saber en abstracto que hay personas que cayeron en las garras de la doctrina trangenerista y no consiguieron escapar indemnes, y, otra muy distinta, confrontarse con el relato directo, en primera persona, sin artificios, de alguien que estuvo preso en esa trampa”.

Una trampa que empezó en la niñez. “Vivir en un pueblo, a las afueras de Barcelona, con pocos habitantes y con la heterosexualidad obligatoria por norma me marcó. Además, no era un niño que pasara desapercibido, era afeminado, con la voz muy aguda, el mero hecho de abrir la boca ya era motivo de burla”. Así que pensó que el transgenerismo le salvaría de aquello, así como del dolor de haber crecido con un padre maltratador, así como de posteriores episodios de bulling, palizas y desprecio social.

Por eso, tal y como narra en su libro, en una ocasión mirándose al espejo dijo: –Sandra. “Así fue, sin más, de mi boca salió este nombre, me gustó y lo adopté desde entonces. En casa la convivencia con mi padre era ya insostenible, era impensable decirle que iba cambiar de sexo. Al fin conseguí cita con el psicólogo, a través del ayuntamiento de mi pueblo. En la primera consulta vi que era un hombre bastante agradable y con el que podía hablar de lo que quisiera. Le expliqué el rechazo que sentía hacia mi cuerpo, porque era una «mujer» y había nacido en el cuerpo equivocado, así que necesitaba poder acceder a algún endocrino para iniciar el tratamiento hormonal. El psicólogo me preguntó desde cuando me sentía así, yo le contesté que desde que nací, ¿no me veía?, ni siquiera me había cambiado la voz durante la pubertad”.

El sexismo del rosa y las muñecas

Y es que Sandra siempre se había sentido así. “Desde pequeño jugaba con muñecas y mi color favorito era el rosa ¡qué más pruebas quería! A día de hoy comprendo que lo que tenía y sigo teniendo es sexismo interiorizado. Por supuesto tanto este psicólogo como otro que visité también lo tenían. Los tests para saber si realmente era transexual estaban basados en el sexismo. Como no podía ser de otra manera, me diagnosticaron disforia de género, sin buscar la raíz del porqué de la disconformidad con mi propio cuerpo. En ningún momento los médicos de salud mental buscaron el origen de mi problema, ni indagaron en mi vida para saber si había sido maltratado, discriminado, ni siquiera mis problemas con las drogas, absolutamente nada, simplemente me hicieron terapia afirmativa nada más”.

Así fue como este destransicionador se metió en un bucle del que no logró salir. “Cuando entras en este círculo vicioso, es decir, tienes disforia, comienzas con las hormonas, tienes más disforia, deseas completar la transición, sigues con la disforia, te operas, te vuelves a operar, la disforia siempre te acompaña, nunca eres lo suficiente «mujer», necesitas más y más. Odias tus genitales, a pesar de tener un físico bastante «femenino». Yo los odiaba, tener una erección era terrible, asqueroso. Tiendes a intentar encajar, porque en tu fuero interno sabes que eres un hombre, pero no, tienes que ser más «mujer» que cualquiera que sea biológica. Para que luego digan que esto no es una patología”, explica. 

Y de ahí Sandra pasó a la vaginoplastia. O como prefiere decir “a la mutilación de un miembro sano, de una cirugía experimental que conlleva unos riesgos enormes”. Una operación de la que no le comentaron la verdad. “Mi cirujano no me dijo la verdad, ni me habló de los riesgos que eso conllevaba, ni de mi derecho como paciente a saber toda la verdad, al igual que me ocurrió con el psiquiatra, no hablamos nada más, me proporcionó la documentación que tenía que firmar y firmé sin leer absolutamente nada, estaba en manos de un cirujano, nada menos, los médicos están para curarnos, saben lo que hacen, te fías ciegamente y firmas. Recapacitando con el tiempo supe que al movimiento trans médico no les interesa curar nuestra disforia de género ni nuestra mente. Supuestamente la medicina está para curar no para convertirnos en enfermos crónicos el resto de nuestra vida. Las operaciones quirúrgicas solucionan dolencias, alargan nuestra vida, no la acortan ni la hacen más difícil. El juramento hipocrático lo deja muy claro: No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos y que con las personas como yo no se cumple”.

¿Dejar de mentirte es el mayor favor que te has hecho a ti mismo? ¿Es haberte reencontrado?

Sí es lo mejor que me ha podido pasar. Bien es cierto que ha sido muy duro y sigue siendo muy duro darte cuenta de la verdad. Darte cuenta que has sido víctima de los experimentos que se hacen dentro de la ideología de género. Pero ha sido muy bueno volver a mi homosexualidad ya que la ideología trans te hace pensar por el sexismo que tu homosexualidad está mal y que ser ese chico con pluma para los trans significa ser mujer. Volver a reencontrarme también ha sido gracias al feminismo. Es tan importante el mensaje de que todo el mundo tiene el derecho a expresarse y vestirse como quiera y no por ello significa que pertenezcas al sexo opuesto. Eso también me llevó a reconciliarme con mi propia biología.

Tu lucha titánica pasa ahora por denunciar la estafa a la que te sometieron

Está siendo un camino muy duro porque no existe precedentes en España y hay que hacerlo muy bien. Ojalá más personas se animen a denunciar porque dejar precedentes es abrir nuevos caminos ante esta injusticia que nos ha destrozado nuestros cuerpos sanos y convertidos en enfermos crónicos de por vida. Entre la hormonación en las consultas y la auto hormonación el panorama de la salud física y mental de varias generaciones es desalentador. Este mengelismo por razón de género acabará explotando en la cara de sus propulsores tarde o temprano. Además, muchos profesionales saben que lo que están haciendo está mal, pero están obligados por las leyes trans a llevar a cabo “sus obligaciones”. Aunque también conozco endocrinos y por supuesto cirujanos que apoyan estas barbaridades por el simple hecho de todo el dinero que cobran.

¿Quién tiene la mayor responsabilidad en este país?

Principalmente los propulsores de la ideología de género. Sin entrar en conspiraciones en lo que respecta en este país Irene Montero siguió los dictados del Informe Dentons, donde supuestamente hablan de derechos trans, cuando lo único que quieren es destrozar la infancia y las orientaciones sexuales. Experimentar y mutilar a menores, adolescentes y con ello poder legalizar los vientres de alquiler. Si las personas mutiladas no pueden tener hijos tendrán que recurrir al negocio de los vientres de alquiler que además está en su agenda para llevar a cabo legalizarlo.

Que te hayan tratado como una rata de laboratorio ¿hasta dónde te enerva?

A veces siento mucha rabia, mezclado con mucha tristeza. Te preguntas muchas veces ¿Qué me han hecho? Pero lo hecho, hecho está, de nada sirve el arrepentimiento, el dolor lo convierto en fuerza y esa fuerza al activismo para ayudar a todas las víctimas en la misma situación. Además, gracias a todo lo que estamos haciendo, sé que estamos salvando vidas.

Dismorfia, disforia y dolor de por vida. ¿Cómo se vive con tanto peso en el alma?

No sé si es por mi carácter, sonreír siempre, ante todo, la positividad y la fuerza que mi madre me enseñó a no perder las fuerzas nunca. Pero también es muy importante el acompañamiento psicológico, es fundamental sobre todo para las personas que hemos quedado mutilados de por vida y darnos cuenta de la verdad. En mi caso practicar yoga también me está ayudando muchísimo.

¿Otro enemigo a batir es el negocio de la cirugía estética que tira de influencers? Ese es un monstruo muy grande…

Sí, otro negocio que existe desde hace muchísimos años y en el que la mayoría de personas caemos pensando que lo hacemos por el mito de la libre elección y realmente lo hacemos por un condicionamiento social. En vez de caer en las garras de las cirugías deberíamos de seguir luchando en contra de los prejuicios sociales.

¿Qué les dices a quienes no entienden que teniendo claro que eres gay mantienes nombre y apariencia femenina?

Que se revisen su sexismo interiorizado. Debería haber más empatía, es decir, llevaba casi 20 años en la transexualidad, ¡imagínate construir una identidad falsa en esta sociedad y de repente todo eso se desmorona! Es muy importante que se queden con el contenido que digo públicamente y que no se fijen tanto en mí vida personal. Entiendo que mi vida personal importa para ayudar a los demás porque soy víctima de la transexualidad pero mi trabajo personal sobre la destransición es algo que pertenece a mi intimidad y acompañamiento en conjunto con mis terapeutas. Ojalá algún día no tengamos que decir que llevo una “apariencia femenina” porque es seguir reforzando los estereotipos sexistas. Que dejen de relacionar feminidad con ser mujer y volviendo al tema de las cirugías ojalá enfocarnos en solucionar los prejuicios sociales.

¿El miedo de lo que te pueda pasar en el futuro te va a paralizar? 

No, tengo muchísimos bajones y también momentos de tirar la toalla. Pero siempre tarde o temprano vuelvo a levantarme para seguir. Hay que seguir luchando siempre. Es cierto que, a nivel de salud, tengo miedo de lo que me pueda ocurrir en un futuro, estoy totalmente sentenciado a una medicación de por vida con una cirugía irreversible y no sabes lo que puede pasar en un futuro porque todo esto es experimental. Has confiado en unos médicos que te han mentido y te sientes abandonado. Pero mientras siga en vida, lo dicho, seguir luchando para que los que vengan detrás no caigan en lo mismo. 

¿Qué significó para ti escribir el libro junto a Marina López? 

Principalmente me sirvió de terapia. Fue muy duro escribirlo y tanto Marina como yo teníamos momentos en que acabábamos con ansiedad. Además fue una experiencia inolvidable. A ella la quiero muchísimo y diré siempre que, sin ella, no habría salido a la luz este libro tan importante. Escribir un libro es muy difícil y además que se entienda lo que quieres expresar a todos los lectores y lectoras. A pesar de la censura sé que hemos conseguido que este libro ayude a tantas personas incluso sabemos a ciencia cierta que ha llegado a unidades de género, donde personas transexuales se están cuestionando muchas cosas y me alegro muchísimo. También sirve de ayuda para profesionales de la Psicología para saber abordar mejor la complejidad de la disforia/dismorfia. 

¿Qué es ser mujer? 

Ser mujer es ser una hembra adulta de la especie humana y no un sentimiento como me hicieron creer los médicos y está sociedad sexista.

 

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