“En bastantes ocasiones los agresores burlan el sistema telemático sin que el Centro Cometa tenga conocimiento de este hecho”
El pasado año la desprotección de las víctimas de violencia machista estuvo a la orden del día. Tanto que un total de 94 mujeres fueron asesinadas. A dichos feminicidios se sumaron los asesinatos de nueve menores, la cifra más alta registrada en violencia vicaria desde 2003. A estos inaguantables y lamentables datos hay que añadir la desprotección que centenares de mujeres, con órdenes de alejamiento, sufrieron en distintas comunidades autónomas porque los dispositivos telemáticos o pulseras con sistema GPS que controlan la posición de los maltratadores y, por tanto, que no se salten las órdenes de alejamiento y se aproximen a ellas, fallaron.
Según varias víctimas estas irregularidades además de someterlas a un estrés doble, pusieron en peligro su seguridad. Y es que, tras una licitación por parte del Ministerio de Igualdad que adjudicó el pasado 17 de octubre del 2023 a Vodafone y Securitas Seguridad España la gestión del Centro Cometa en el servicio (financiado con fondos de la Unión Europea con un valor estimado de 42,6 millones de euros y una duración de tres años) los agujeros de seguridad se han convertido en una tortura institucional para ellas.
Nuria Coronado Sopeña
El escándalo, tras varios reportajes en prensa y televisión denunciando a finales del pasado año la situación fue tal, que la ministra de Igualdad, Ana Redondo, tuvo que reconocer que, si bien "hay 7.600 dispositivos a disposición y únicamente están siendo utilizados 4.000, el sistema de protección no es infalible y puede haber fallos”. A ello añadía que lo que sí habían detectado “es que ninguna mujer con dispositivo Cometa había sido asesinada”. En Navarra sin embargo un maltratador consiguió agredir a una víctima que si lo llevaba.
Puede que la “suerte” haya estado del lado de las víctimas para que cada vez que ha habido y sigue habiendo fallos en los dispositivos no se haya tenido que lamentar asesinatos, pero lo que es cierto es que no se puede jugar con la casualidad y mucho menos con el miedo al que se somete a las víctimas con estas fallas en la seguridad.
Elena (nombre ficticio) de 39 años y desde Pamplona lo contaba en su día en Noticias de Navarra. Narraba cómo tras denunciar por una agresión física en el piso en el que convivía con su pareja sentimental, “de donde pensé que no iba a salir con vida”, ha vivido otro infierno con estos fallos de Cometa. “Con mi pareja me vi morir. Siento que en esos cinco meses de relación estuve con un auténtico psicópata que me anuló como persona. Con él viví un infierno, pero es que ahora con este dispositivo, vivo otro igual que me hace recordarlo a casa paso”.
La ansiedad “por las nubes”
Y es que a ella en una sola semana el teléfono le sonó hasta cinco veces en plena madrugada. La señal la alertaba de que su maltratador estaba saltándose la orden de protección y acercándose. “El aparato solo manda un mensaje, pero yo no sé dónde está él y tengo que llamar por teléfono a la central de Madrid. Me ponen en llamada en espera en muchos casos y la atención suele tener muy poco tacto tratándose como somos de víctimas de violencia machista que llamamos porque el agresor puede estar al acecho y lo hacemos con la ansiedad por las nubes. El 98% de las veces tengo que llamar yo para tener información y si no, me quedaría solo con el mensaje. Si ven que es de noche, que el agresor se acerca a menos de 500 metros de mi trabajo y yo nunca trabajo de noche, no entiendo para qué me llaman, para qué me pita el dispositivo de madrugada y eso ya no me permite ni conciliar el sueño”, explicaba a dicho diario.
Situaciones que por desgracia le suenan, y mucho, a Sofía (nombre ficticio) extrabajadora del Centro Cometa con la que he hablado. “He recibido decenas de llamadas en las que me decían que los dispositivos de localización GPS situaban a los maltratadores en puntos diferentes en los que estaban. Era descorazonador”, recalca.
La denunciante también cuenta cómo “se ha llegado a estar en el domicilio de un maltratador y el Centro Cometa estar informando que se encontraba próximo con la víctima; o situar el geolocalizador del maltratador o agresor a la víctima a kilómetros de donde la patrulla tenía conocimiento que estaba fehacientemente esa persona por estar entrevistándose en ese momento con ella”.
Para la extrabajadora es indignante la situación. “No parece que nadie se esté preocupando por saber por qué se está informando sobre incidencias que en realidad no son tales y porque sobre hechos que están pasando y que constituyen uno de los objetivos del Centro Cometa, que es su identificación y posterior comunicación, no se está sin embargo dando cuenta de ello a los organismos pertinentes para su investigación”.
Una mala praxis que está provocando que se incumpla otro de los fines del propio servicio: el de cómo disuadir al investigado, encausado o condenado. “Se ha podido constatar que, en bastantes ocasiones, los agresores burlan el sistema telemático sin que el Centro Cometa tenga conocimiento de este hecho. Ha habido maltratadores que se han personado en la comisaría o cuartel con la pulsera quitada llevándola en la mano y preguntado por esta al Centro Cometa como responsable del funcionamiento y seguimiento de estas medidas. Incluso han llegado a informar que no han recibido ninguna señal de rotura de brazalete. Se trata de un sistema que literalmente no está haciendo o sirviendo para nada”, relata Sofía.
Por si esto fuera poco la pulsera, que se describe en la web del ministerio como resistente al agua tampoco lo es. “Este pasado verano ha habido numerosas incidencias de rotura de brazalete porque estas pulseras según se ha reconocido por el propio Centro Cometa, no se pueden sumergir, motivo que ha llevado a cambiar numerosas pulseras de los tobillos a las muñecas. Sobre estas roturas se han enviado informes desde el Centro a los organismos implicados en el conocimiento de la causa, sin haber habido aparentemente un comportamiento doloso por parte de los usuarios”, confirma Sofía.
“Un sistema ineficaz además de un fracaso”
Esta preocupante situación deja a las víctimas “en una situación de enorme vulnerabilidad al tener la sensación de estar siendo protegidas a través de este sistema de seguimiento telemático que está resultando ser absolutamente ineficaz además de un fracaso”, tal y como añade la extrabajadora.
Un fiasco al que hay que sumar el incumplimiento de Cometa a la hora de hacer efectivo el derecho de la víctima a su seguridad y contribuir a su recuperación. “Las incidencias que reporta el Centro Cometa, en ocasiones se comunican cuando han transcurrido horas, a veces más de doce. Llaman a la central operativa de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para informar, por ejemplo, de una pérdida de cobertura en el teléfono. Cuando se pregunta al Centro Cometa desde cuándo está sin cobertura el dispositivo de geolocalización del agresor, informa que desde hace horas”.
Además, la mejora del contexto de seguridad por medio de este sistema está provocando que incluso “las unidades de protección sean informadas de esta situación cuando el usuario lleva horas ilocalizable”. Pero no solo esto. Sofía denuncia cómo las víctimas “al ser informadas en ese mismo momento no pueden adoptar medidas de autoprotección”.
Otra de las situaciones de desprotección a las que se tienen que enfrentar las mujeres es la del pánico a usar el botón de emergencia para generar una llamada saliente a un número de emergencia predefinido, a Cometa, por ejemplo. “Se están reportando constantemente incidencias de pulsera desconectada, detectando separación entre pulsera y teléfono, no encontrándose en dicha situación las personas sobre las que ha recaído la orden de protección respecto a las víctimas. Se ha podido comprobar con los agresores delante que esas alarmas son falsas pues no estaban ni desconectadas las pulseras ni había habido ningún tipo de separación”, denuncia Sofía.
La consecuencia de ello es que Cometa no ejecuta correctamente la tarea de documentar el posible quebrantamiento de la prohibición de aproximación impuesta. Según reza en la propia página web del ministerio “el sistema proporciona información actualizada y permanente de las incidencias que afecten al cumplimiento o incumplimiento de las prohibiciones de aproximación, así como de las posibles incidencias, tanto accidentales como provocadas, en el funcionamiento de los elementos del sistema utilizados". Pues bien, tal y como remarca Sofía, nada de esto se está cumpliendo “habida cuenta de que se está informando sobre circunstancias que no son reales y luego no se están reportando incidencias graves que están ocurriendo”. La situación es tal que “se tiene constancia que ha habido encuentros entre víctimas y agresores en la calle, sin poder determinar por el actual funcionamiento del Centro Cometa, si han sido fortuitos o no”.
Dichos encuentros -de los que el Centro Cometa no ha informado- han sido conocidos por las unidades de protección al toparse directamente con ellas. “Ha habido casos en que bien la Policía Nacional o la Guardia Civil han sido conocedoras porque, o bien han sido las propias víctimas las que han ido a la comisaría o al cuartel de la Guardia Civil a denunciarlo, habiendo reconocido el Centro Cometa al llamarles para saber qué había pasado, no tener esas incidencias registradas en su sistema, o incluso los propios maltratadores y sus abogados han sido quienes también han señalado el mal funcionamiento de los dispositivos”, finaliza la extrabajadora.
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