“Si la maternidad necesita feminismo, la de acogida lo requiere aún más porque el sistema de protección a la infancia está en manos de acomodados funcionarios”

Una de las tantas cadenas que nos siguen pesando y atando a las mujeres es la de la maternidad. Y es que, si como decía Simone de Beauvoir: "que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que sea la libertad nuestra propia sustancia", el hecho de maternar (o no) continúa siendo una experiencia que nos nombra desde una mirada alejada de esa ansiada autonomía. Cuando a esa zozobra constante de ser la mejor madre se le suma el apellido de la acogida, las dudas, las culpas y los miedos se amontonan y pesan mucho más. Selma Tango, artista, creadora de contenidos y podcaster, lo sabe de sobra .

Ella desde siempre tuvo claro que quería formar una familia diferente. Por eso es madre de acogida de dos hijas (que a su vez son hermanas) como dos soles. Junto a ellas y a su pareja convive con la búsqueda constante del epicentro de su alma. Maternar para Selma es una forma de activismo feminista. “Por mi experiencia vital nunca pensé ser madre biológica, soy de las idealistas que piensa que, con la cantidad de criaturas solas en el mundo y sin necesitar sentir la biología, esa necesidad de mantener la estirpe familiar, la mejor opción era ofrecerme para criar a una criatura que no estuviese en familia". Barajó primero la posibilidad de la adopción internacional hasta optar después por la vía de la familia de acogida. "Comenzamos con la formación y todo lo que conllevaba y aquí estamos”, explica.

Nuria Coronado Sopeña

Y es que la artista y creadora del programa de entrevistas “Manolitas a la fresca” sabe que, si bien “no todas las mujeres tienen que ser madres” y por ello reivindica la no maternidad elegida como “opción válida, saludable y justa”, para ella el abismo de su maternidad y pensar cuales eran sus opciones y la razón por la que es madre le hicieron recuperar de nuevo su activismo feminista con más ganas y fuerzas que nunca. “Por parte del feminismo quizás lo más fácil es empoderar a las mujeres en la elección de la no maternidad, pero ser madre hoy en día puede ser una manera de hacer activismo humanista contra el patriarcado, contra el neoliberalismo, siempre y cuando lo hagamos con conciencia feminista y a ser posible, radical”, reconoce.

Selma después de gestar y parir esta decisión tiene claro que el acogimiento de menores “es un mundo en el que el feminismo no está presente y sería tan interesante la perspectiva feminista en ese terreno… Yo me encuentro con muchas incongruencias, dudas, cuestiones que desde fuera se ven desde un punto de vista y dentro desde otro”.

Una visión que le duele especialmente porque “desde muchos medios se ha hablado sobre la tutela de menores de una forma no adecuada, de mujeres víctimas de violencia de género, mujeres en situación de prostitución, etc. Yo no entro en las causas de las tutelas, lo que sí tengo claro es que se actúa muchas veces muy tarde, cuando hay un daño grande en la criatura, pero también soy consciente que antes de la retirada de un menor se podrían hacer muchas cosas, intervenir antes, pero ni puedo juzgar pues cada caso es un mundo, ni puedo dar la razón a la administración, ni a todas las familias biológicas”.

Tanto es así que hace poco, hablando Selma con una amiga psicóloga, esta le aseguraba cómo se ha comprobado que el vínculo familiar, aun en situaciones de violencia es menos dañino que romper el universo familiar. “Yo no sé si sería mejor que estas criaturas pudiesen continuar con sus familias de hecho, la idea principal del acogimiento es esa, el retorno a la familia, pero la realidad da unas cifras de retorno bajísimas. No hay que explicar que los medios son muy escasos a la hora de trabajar con las familias”, reconoce.

¿La carencia de las criaturas que llegan a tu vida te hace desarrollar estrategias que nunca habrías pensado?

Tienes que reaprender emocionalmente a tratar a estas criaturas. En mi caso no sé cuánto he tenido que leer y formarme sobre el apego seguro o la relación de la madre y el lugar que ocupa para la criatura. El daño con el que venía mi primera hija fue tal que llegó a nuestra casa después de que otra mamá experta en acogida de urgencia pidiese el paso al acogimiento temporal con otra familia porque la peque era inconsolable. Nadie nos habló de este matiz, sino todo lo contrario, con lo que los primeros meses estuvimos en un caos absoluto, tratando de entender qué ocurría y cómo podíamos ayudarla. Desde el principio encontramos que la mejor manera de hacerlo era portearla en la mochila. Así estuvo desde los dos años y medio, que fue cuando llegó, a los casi cinco años, destrozándonos las espaldas. Las pesadillas podían suponer un par de horas llorando, llamando a su mamá, completamente desconectada de la realidad, mientras mi pareja y yo la abrazábamos tratando de bajarla a tierra a través de estimulación sensorial, tocándola en brazos y espalda, tratando de hacer piel con piel. Imagina esto durante años, poco a poco mejorando muy lentamente y que con una visita se puede volver casi a la casilla de salida.

¿Te juzgas de una manera más dura ante la montaña rusa que supone la experiencia?

Mi pareja y yo llegamos a pensar que éramos los peores padre y madre del mundo porque la estábamos haciendo sufrir horrores hasta que nos contaron la verdad de por qué no había continuado en la familia de acogida de urgencia. Entonces fuimos conscientes de que nos poníamos el listón altísimo. Tienes que tener en cuenta que estamos en permanente evaluación y esto genera inseguridad, pero por otro lado te puedo decir que yo me siento una mierda de madre, es una constante, me consta que mi pareja también. Es muy difícil sobre todo porque necesitan límites claros pero un trato muy empático y amable. Y no siempre puedes estar bien tú cuando además la situación de la administración y la de la familia biológica están en constante evolución y eso afecta a tu vida.

¿Qué necesidades se han de cubrir en un hogar donde ellas tienen un origen que les marca?

Primero el respeto absoluto a la familia biológica. No puedes generar conflicto jamás con ella. Lo segundo un entorno seguro de confianza que les permita hablar de lo que sienten. Lo tercero trabajar con toda la familia en cómo debe ser el trato, eliminar estereotipos sexistas y racistas, que los hay, así como trabajar el apego.

Me hablabas de los afectos, de los abrazos, de sentir el tacto de la piel y de la mirada sanadora. Algo que tus dos hijas, así como tú y tu pareja estáis aprendiendo a desarrollar.

Aprendemos a perdonarnos, a pedir perdón, a tratarnos bien cuando hay enfado, ira, frustración, hablamos mucho de lo que sentimos y de lo que nos hacemos sentir porque es la única herramienta que tenemos para sobrevivir al día a día porque pasan muchas cosas que no podemos controlar, decisiones de la administración, de la familia biológica, en las que como familia no tenemos voz pero nos afectan y tenemos que superar juntas, desarrollando en ellas resiliencia y entendimiento de las situaciones que se nos dan. Ten en cuenta que en ocasiones hay personas que desaparecen de sus vidas un tiempo, sin una razón clara y luego vuelven a aparecer. Te hablo de situaciones como hacer visitas y que de pronto alguien no aparezca, les surjan problemas… en fin situaciones que les afectan mucho y que la familia acogedora tenemos que gestionar sin saber demasiado de la situación concreta. Esto es agotador porque no manejas las riendas de tu familia.

¿Cómo se transita el camino con la pareja? ¿Cómo se superan las dificultades?

Pues con mucha comunicación. En mi pareja hemos pasado por muchas vivencias que nos han distanciado, que han puesto nuestros cimientos y creencias en jaque, que nos han radicalizado. Ambos estamos en tratamiento con antidepresivos, sacrificando nuestro tiempo en común y tenemos que hacer mucho esfuerzo para seguir queriéndonos. Esto suena raro pero es así. Nos queremos muchísimo, somos los mejores amigos desde los 15 años, empezamos nuestra relación de pareja con 40, pero nos conocemos muchísimo, siempre hemos ido de vacaciones,  hemos sido pareja de tute en el pueblo, hemos hecho  una webserie, un documental y mil cosas más y ahora tenemos esta familia que nos aporta muchas cosas bonitas pero nos tiene en un permanente agotamiento y constantemente tenemos que esforzarnos en darnos amor y no quedarnos en esta rutina alienante de trabajo cada vez más precario, la familia biológica, la Administración y las necesidades de las niñas. Tenemos que arañar espacios para seguir siendo pareja.

¿La mirada social ante tu maternidad es de desconocimiento, incomprensión…? 

Hay de todo. Hay mucha mirada paternalista que trata de adular la “heroicidad” de ser madre de las hijas de otra mujer, sabiendo “que te las pueden quitar”. Este concepto me revienta porque las criaturas son suyas propias, las que están en acogida y las que están con sus familias biológicas. Ese concepto de hijas e hijos como propiedad me molesta, es paternalista, patriarcal y judeocristiano. Hay gente vinculada al tercer sector que ve a las familias de acogida de manera negativa por lo que te contaba de la crítica que existe en un sector de la sociedad a la tutela de los menores porque abogan por mantenerlos con la familia biológica. Por otro lado, hay un elevado número de familias de acogida que proceden del entorno religioso y que en ocasiones tratan que las criaturas les agradezcan el esfuerzo, esta manera de acoger es repugnante porque tiene más que ver con llenar su ego religioso.

Yo viví con cinco años la experiencia de estar un tiempo sola en casa con mi hermano menor y recuerdo estar buscando comida y darle del bote de Cola-Cao a cucharadas porque no había nada más en casa. Lo siguiente que recuerdo es estar en el hospital para operarnos de hernias a ambos. ¿Estuvimos llorando solos en casa hasta hacernos hernias? ¿Cuánto tiempo? No puedo decirlo porque obviamente es un capítulo de mi vida oscuro, que recuerdo poco y que nadie me ha contado, excepto que antes de morir mi abuela me dijo que estuvimos solos y las vecinas la llamaron porque no parábamos de llorar.

Hoy con 50 años es un tema del que no se ha hablado en mi familia. Mi padre se fue a Argentina abandonándonos y nos fuimos a vivir con mi abuela después de la tutela de actuar el Tribunal Tutelar de Menores. Durante años crecí soñando ser adoptada hasta que mi madre consiguió defenderse y que volviésemos con ella a su casa. Yo vivo a la familia como algo que en muchos casos se sufre, pese a que soy consciente de que mi madre fue víctima de un sistema patriarcal, de la violencia de género, de un embarazo precoz no deseado, de muchos sesgos moralistas que la obligaron a pasar muchas situaciones, pero no dejo de ser consciente de cuánto me jodieron muchos miembros de la familia en los que viví abuso, maltrato y una ausencia de amor total. 

Esto me hace ser muy crítica cuando la gente opina de estas situaciones tanto a nivel institucional como en la calle. Te hacen preguntas desagradables delante de las niñas, como si ellas no fuesen conscientes. Preguntas del tipo: ¿les han dado palizas? Y no sigo porque me enciendo. Mi experiencia es que hay mucha gente maleducada, con poca empatía, aporofóbica, racista… y para ello, mi pareja y yo desarrollamos la técnica de cuando alguien se nos arrimaba, yo por ejemplo me quedaba a responder y él se va con las niñas o al revés.

¿Entienden las criaturas que tu hogar es el suyo y que a la vez tienen otro donde pueden volver?

La mayor sí, pero ya lleva ocho años y el retorno es muy difícil. Se considera miembro de la familia total y a la par es consciente de su familia biológica a la que le encanta ver en las visitas. La peque está normalizando las visitas. Ahora estamos comenzando a hablarle de su familia biológica y colocándola en nuestro universo familiar.

¿Qué ha cambiado de la Selma que por primera acogió a su primera hija a la de ahora que tiene a su hermana? 

Pues muchas cosas. Soy más feminista radical. Más radical en lo punki a nivel social, más politizada, aunque siempre lo estuve, más encabronada con muchas cosas, con el destrozo de la izquierda que han dinamitado esta cuadrilla de snobs que nos venían dando lecciones y están vendidos a Soros y demás. Los neoprogresliberales que nos han dejado sin opción política y mira que me jode hablar mal de la izquierda con la falta que nos hace una izquierda fuerte. 

Me he convertido en activista de la maternidad feminista por varias razones: Porque si la maternidad necesita del feminismo en el caso de la acogida aun más ya que el sistema de protección a la infancia está en manos de acomodados funcionarios que en muchos casos están movidos por la religión o son herederos de la cultura asistencial franquista movida por la caridad y no por la justicia social.

Si tuvieras que darles un consejo a tus hijas para el día de mañana ¿cuál sería?

Primero que aprendan del feminismo radical para posicionarse en el mundo de manera realista ocupando el espacio que se merecen y no permitiendo que nadie ejerza violencia patriarcal sobre ellas. Porque estamos hartas de la violencia que hemos sufrido. Les diría que el feminismo sea la guía de sus vidas.

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