“Mujer y discapacidad son sinónimo de pobreza e invisibilidad”

Vicky Bendito es resiliencia, voluntad, inteligencia y sentido del humor. Ella, nacida mujer del vientre de otra mujer, se perdió el día que hablaban en la escuela de que veníamos de la costilla de un tal Adán. A base de ser rebelde y de no comportarse como se esperaba de ella ha sorteado, unas veces mejor y otras no tanto, las dificultades de ser sorda y tener el síndrome de Treacher Collins (una enfermedad rara congénita, discapacitante e incurable que afecta a su rostro). 

Nuria Coronado Sopeña

Pasó de aquella niña curiosa “que solo quería montar en bicicleta como cualquiera”, a ser una “adolescente insegura y enfadada con la vida”. Pero entre “etapas de tristezas, dolor, soledad, descubrimientos, alegrías, esfuerzo, frustración, satisfacción, aciertos y errores, pero sobre todo muchas dudas”, nunca se olvidó de escuchar la voz interior que desde EGB le susurraba su camino: la de ser periodista.

La mujer de hoy, adulta, independiente y batalladora por los derechos de las personas con discapacidad, tiene un máster en aprender lecciones difíciles de la vida. También posee un doctorado a la hora de ponerse chubasquero para que le resbalen “las miradas que se producen a diario” sobre su rostro. “He aprendido a no sentirlas, a ignorarlas. Nos falta pedagogía de la discapacidad, educación en la diversidad, en el respeto al diferente y empatía”, añade.

Y en su seguir adelante “las mujeres extraordinarias que ha habido a mi lado y también a algunos hombres, han perdonado mis equivocaciones, me han enseñado a aprender de ellas y me han ayudado a no flaquear”, dice. Ahora tras un año en reposo y recuperada de un grave accidente ha aprendido a ver la vida “con la calma”. Bendito cree que “la actitud es fundamental en la vida" y los estereotipos solo pueden estar en un lugar: “¡Fuera! En este mundo cabemos todas y todos”, recalca.

Faltan apoyos y recursos

Para esta amante de la lectura, la discapacidad sigue siendo “desconocida y estando paternalizada. Es un camino desesperadamente lento”. El resultado es que “mujer y discapacidad acaban siendo sinónimo de pobreza e invisibilidad y que las cuidadoras, en su gran caso madres, son las segundas damnificadas no sólo por la falta de comprensión y ayuda, sino por la compasión, cuando en realidad necesitan apoyo y recursos para que sus hijas e hijos tengan los mismos derechos que el resto a una vida digna”.

Si bien es cierto que Bendito cree que cada vez hay más sensibilidad sobre la discapacidad le sigue “sabiendo a poco. Por ejemplo, las series de televisión incluyen cada vez a más personajes, donde ésta es algo secundario, pues es una condición más”.

Preguntada sobre si es necesario un #Metoo de mujeres con discapacidad tiene claro que habría más de un hombre señalado. “Se daría y sorprendería y mucho. Ahora ¿quién dará el primer paso?”, dice. Por todo ello reclama a la sociedad como mujer tres cosas. “Igualdad, respeto y libertad. Una sociedad segura para nosotras, donde no tenga que mandar un mensaje a mi hermana o a mi madre o a mi amiga para decirle que he llegado bien a casa.

La reconocida periodista también señala que ahora que todo es feminismo y diversidad, “se está haciendo mucho mal y hay mucha confusión porque se acaba metiendo todo bajo el mismo paraguas para que, al final, no se hable de nada en concreto. La consecuencia de todo ello es el borrado de las mujeres y de la discapacidad”.

Por eso se niega a usar expresiones como la de la diversidad funcional. “La respeto, pero no la comparto. No me define. Me resulta confusa. No me considero que tenga una variedad o abundancia de varias desemejanzas. Y mis funciones biológicas no son más o menos diversas que las de una persona sin discapacidad. Lo que yo tengo es sordera (y el síndrome de Treacher Collins) y, por lo tanto, tengo una discapacidad. Punto. Forma parte de mi vida y lo tengo más que asumido. Y las personas con discapacidad formamos parte de la diversidad, tan amplia como grande es el mundo".

 
 
 
 

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